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Providencia, Santiago de Chile,
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Vinculación del patio escolar con el aprendizaje

Por: Marcial Huneeus

En un establecimiento educacional, los niños y jóvenes aprenden de sus profesores/as en sus diversas asignaturas y también de sus pares. De igual modo, también aprenden de lo que el entorno les ofrece. Si en el patio hay una pirámide de madera los niños/as querrán subirla. Un juego topográfico los invita a dominarlo y, por tanto, a desarrollar su equilibrio y una serie de capacidades motoras. En este sentido, un Patio Vivo es un tercer profesor que modela las acciones de los niños/as y los lleva a aprender desde sus experiencias.

Uno de los focos de la Fundación es transformar el patio en un área verde, lo que permite que los estudiantes tengan el espacio para cuidar el medio ambiente, aprender de la naturaleza y desarrollar hábitos de vida saludable. La naturaleza abre ventanas de exploración y la imaginación comienza a moverse.  El desafío aparece y se activa el impulso innato de los niños/as por aprender y desarrollar sus capacidades. De este modo, se desarrolla el cuerpo y las habilidades socioemocionales. El patio es un lugar para conocer a los otros/as, compartir, adquirir amistades, desarrollar la tolerancia y valorar la diversidad de las personas con que se habita.

Por otro lado, un Patio Vivo genera la posibilidad de que los docentes amplíen sus metodologías. El diseño de los espacios de juego y encuentro es también un aula abierta donde los profesores pueden hacer sus clases y trabajos grupales. Las intervenciones permiten realizar una serie de actividades prácticas, como aprender de los árboles y plantas, medir las alturas y formas, realizar observaciones y dibujar, entre otros. Asimismo, un recreo donde los niños lo pasan bien, construyen amistades, fortalecen sus vínculos y se genera apego escolar, predispone a un mejor aprendizaje en las diversas clases.

Cada patio que hacemos es una bajada del PEI de los distintos establecimientos educacionales. A través de los usos del patio buscamos que los estudiantes desarrollen su autonomía y la capacidad de tomar sus propias decisiones y hacerse cargo de ellas. Si el patio les propone desafíos, desde pequeños los estudiantes tendrán que verse enfrentados a actuar, a tomar riesgos, a ponerse a prueba y a ayudar a sus compañeros. De este modo, de una manera práctica y lúdica van adquiriendo responsabilidades y construyendo comunidad.