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Ampliar las metodologías pedagógicas desde el patio

Por: Marcial Huneeus

Frente a los cambios actuales, se hace necesario ampliar las metodologías de enseñanza de modo que los estudiantes sean sujetos activos de su aprendizaje. El espacio, en este sentido, nos abre una serie de posibilidades. El patio escolar puede propiciar nuevas formas de hacer clases y de relacionarse en el recreo. Si el patio escolar es pensado y construido con una intención pedagógica, que considere lugares de encuentro, estructuras de juego y áreas verdes, se transforma en una oportunidad para explorar nuevas formas de enseñanza y de trabajo con los alumnos. De este modo, los niños y jóvenes a través del juego, el juego libre, la interacción, la exploración y de aprendizajes a partir de la experiencia desarrollan capacidades físicas y socioemocionales.

El patio escolar, entendido como un paisaje de aprendizaje, es un tercer profesor que modela las acciones de los niños y los lleva a aprender desde sus experiencias. La naturaleza abre ventanas de exploración, bajo una piedra los niños encuentran tierra húmeda y unos chanchitos, y la imaginación comienza a moverse. El desafío aparece y se activa el impulso innato de los niños y niñas por aprender y desarrollar sus capacidades. De este modo, el cuerpo se desarrolla y las habilidades también.

Aquellas capacidades que no se adquieren en la infancia pueden convertirse en un lastre, en dificultades sociales, motoras, de coordinación, de concentración y, por tanto, de aprendizaje. De igual modo, el patio es también un aula abierta, que permite replantear la metodología de las horas lectivas y buscar nuevas formas de trabajo con los estudiantes. Al tener un espacio contenido donde hacer clases, los estudiantes toman otra disposición, el círculo los reúne, todos se ven las caras y participan. Asimismo, están las condiciones para hacer pequeños grupos de trabajo.